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Recuerdos e Historias

Negativos en archivo: preservar lo invisible

Actualizado: hace 6 días


En el Día Internacional de los Archivos, celebramos no solo los espacios que custodian documentos, sino también el trabajo continuo de quienes cuidan, interpretan y dan significado al patrimonio que nos llega del pasado. Entre papeles, mapas, registros sonoros y objetos visuales, los archivos fotográficos ocupan un lugar particular: tratan con imágenes que han moldeado nuestra memoria colectiva, pero cuya materialidad suele pasar desapercibida.

Este texto parte de una investigación dedicada al retoque fotográfico en negativos de vidrio, gelatina y sales de plata de la primera mitad del siglo XX. Una práctica tantas veces invisible, pero esencial para comprender cómo se pensaron, construyeron y preservaron las imágenes. En este fragmento, reflexionamos sobre el papel de los archivos y de los profesionales de la conservación en la valorización de estos acervos – y sobre todo lo que aún queda por hacer.


Ver el negativo como objeto

Mesa de trabajo con lupa
El negativo como objecto
“Las colecciones de negativos son la mayoría en muchos archivos históricos portugueses. Su preservación depende también de la sensibilización del público.”

En los archivos fotográficos, los negativos suelen tratarse como meros intermediarios entre el gesto del fotógrafo y la imagen impresa. Sin embargo, en muchos casos, son la única evidencia original del proceso creativo. Más que simples matrices, los negativos revelan elecciones, correcciones e intenciones – y son, por sí mismos, objetos culturales con valor histórico y técnico.

La práctica del retoque sobre negativos – con lápiz, tintes o barnices – añade nuevas capas de lectura. Refleja el deseo de controlar la imagen final, de ajustarla a normas estéticas, sociales o técnicas. Retocar era (y es) una práctica de precisión e intención. Al identificar y comprender estas intervenciones, accedemos a una historia más rica de la fotografía – una historia que incluye el gesto, el taller, la adaptación a una mirada.

“Para aprender sobre el retoque y la materialidad de la fotografía, no basta con leer manuales, consultar fuentes históricas o mirar imágenes digitales. Es necesario observar, en mano, el objeto fotográfico – una colección completa o al menos una muestra representativa.”

Es en esta dimensión donde los archivos asumen un papel determinante. Son lugares de preservación, pero también de acceso y descubrimiento. Permiten observar los negativos como objetos únicos, con marcas de uso, alteraciones y reinvenciones. La valorización de una colección pasa por el contacto directo, el análisis cuidadoso, la documentación rigurosa – y por estrategias de mediación que revelen lo que suele permanecer oculto.


La exposición como práctica y discurso

Durante esta investigación, se procuró contrarrestar la invisibilidad de las prácticas de retoque y de los negativos en archivo. Un ejemplo fue la exposición Memoria Recapturada, dedicada al estudio Foto-Carvalho, activo en Estremoz entre 1936 y 2000. La exposición no se limitó a mostrar imágenes – presentó negativos, mobiliario de estudio, una cámara fotográfica y recreó el ambiente de trabajo donde el retoque era una parte esencial de la práctica fotográfica.

“Se hizo un modesto intento de mostrar el negativo como parte del proceso del fotógrafo, y no solo como imagen. [...] La exposición presentó un negativo en una mesa de retoque con luz transmitida, varias placas en una rejilla de secado, y objetos y libros del estudio.”
Vista de una de las salas de la Exposición Memoria Recapturada
Vista de una de las salas de la Exposición Memoria Recapturada

Más que un simple “antes y después”, el objetivo era evocar la experiencia del estudio fotográfico como espacio de producción técnica y cultural. Al hacer visible el negativo y el retoque, se valorizó el trabajo invisible – la mano que ajusta y corrige, la construcción silenciosa de la imagen ideal.


Representar el negativo en la era digital

Negativo con retoque de color
Negativo de vidrio, gelatina y sales de plata, 9x12 (1174 Colección NEG Arq. Fotográfico da Câmara Municipal de Lisboa)

Hoy en día, los archivos enfrentan un nuevo reto: la mediación digital. La digitalización masiva de los acervos ha democratizado el acceso a las imágenes, pero muchas veces a costa de la comprensión de su materialidad. Cuando los negativos se presentan como positivos digitales sin contexto, no solo pierden su identidad física, sino que pueden interpretarse erróneamente como imágenes “finales”, desconectadas del proceso fotográfico que les dio origen.

“Las colecciones de negativos se presentan con frecuencia en línea como positivos digitales convertidos, distorsionando la interpretación de las técnicas del fotógrafo, de la cultura visual de la época y de la propia historia de la fotografía.”

Es urgente repensar estas estrategias de representación. Conservadores y archiveros no son técnicos de imagen ni diseñadores web, pero sí quienes conocen íntimamente los objetos. Por ello, deben colaborar con los equipos de digitalización y comunicación, buscando formas más rigurosas e innovadoras de representar los negativos – como negativos – y contextualizar su lugar en la historia y práctica de la fotografía.


Conservar el gesto, no solo el vidrio

La historia de la fotografía es también la historia de gestos técnicos y elecciones subjetivas. El retoque, aunque a menudo asociado con la manipulación o falsificación, fue en la mayoría de los casos un intento de ajustar la imagen a las posibilidades del soporte y a las expectativas de su tiempo. Preservarlo es reconocer que la fotografía nunca fue solo un registro automático: siempre implicó interpretación, intención y un cierto grado de artificio.

“El retoque existe como una etapa más del proceso fotográfico. Es parte del objeto y, por tanto, debe ser preservado.”

Eliminar o ignorar estas capas de intervención compromete la integridad del objeto y borra huellas fundamentales del trabajo del fotógrafo. Por eso, el retoque debe estudiarse, documentarse y comunicarse – no como una curiosidad técnica, sino como parte constitutiva de la fotografía.


Archivar también es interpretar

La conservación de negativos retocados pone en evidencia uno de los principios fundamentales del trabajo archivístico: la necesidad de interpretar. Contrariamente a lo que a veces se piensa, archivar no es solo guardar. Es organizar, investigar, contextualizar. Es comprender la relación entre objeto, imagen e intención. Es hacer accesible sin simplificar. Es permitir múltiples lecturas sin borrar el original.

Negativos en papel tratados por mí en 2017
Pré-organización de negativos
“Preservar la intención puede ser tan importante como preservar el objeto.”

En este Día Internacional de los Archivos, queremos subrayar esta dimensión: la del archivo como espacio de investigación, responsabilidad y mediación. Un lugar donde se preservan huellas, pero también donde se construyen narrativas. Y donde el retoque fotográfico – tantas veces olvidado – nos obliga a mirar con más atención aquello que suele permanecer invisible.


Sigue con nosotros

Este es solo uno de los muchos temas que surgieron de una investigación sobre el retoque fotográfico en negativos históricos portugueses. En este espacio, seguiremos compartiendo reflexiones, ejemplos e historias que revelan otras dimensiones de la fotografía como objeto técnico, cultural y material.

Acompáñanos en este viaje por los archivos, por la historia de la imagen y por los gestos ocultos que moldearon nuestra forma de ver el pasado.


La investigación que dio lugar a este texto culminó en una tesis doctoral, disponible aquí: http://hdl.handle.net/10400.14/39634

(temporalmente no disponible — estamos resolviendo el problema)

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