Colecciones retocadas – Ver el Invisible
- ccconservacao
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Una parte significativa del patrimonio fotográfico permanece invisible. No porque le falte relevancia o belleza, sino porque está escondido en cajas de archivo, en frágiles sobres de papel, catalogado como “negativos”. A diferencia de las copias fotográficas que llenan exposiciones o las reproducciones digitales que circulan en línea, estos negativos suelen quedar en las sombras – física y simbólicamente – sobre todo porque no hay una manera directa de mostrarlos. Sin embargo, contienen pistas esenciales sobre la práctica fotográfica, la cultura visual y la historia misma de la creación de imágenes.

La mayoría de las veces, lo que se valora e interpreta en fotografía es la imagen final: el positivo impreso, el retrato enmarcado, la publicación. Los negativos fotográficos no son el producto final del fotógrafo, pero tampoco son simples intermediarios técnicos o pasos del proceso. Son artefactos materiales por derecho propio: portadores de decisiones, ajustes, retoques e incluso, a veces, de una disidencia frente a la concepción histórica dominante de lo que constituye la estética y la práctica fotográfica de una época.
Este texto inaugura una serie que se publicará regularmente bajo el título “colecciones retocadas”, basada en un estudio centrado en el objeto de seis colecciones fotográficas portuguesas, fechadas entre principios y mediados del siglo XX. Los negativos analizados – principalmente placas de vidrio, gelatina e sales de plata – revelan intervenciones manuales consistentes y deliberadas. El retoque, en particular, emerge como una práctica clave: un gesto estético, técnico y cultural que moldeaba la imagen antes incluso de su impresión. A través de estos estudios de caso, se propone reposicionar al negativo no como un objeto secundario o derivado, sino como un testigo central del trabajo y la intención fotográfica.
De la Imagen al Objeto: Un Cambio de Enfoque
A lo largo del siglo XX, tanto la crítica fotográfica como la práctica curatorial tendieron a privilegiar la imagen por encima del objeto. Este alejamiento de lo material no fue casual: estuvo impulsado por el desarrollo de plataformas de difusión como revistas ilustradas, álbumes impresos y, más recientemente, repositorios digitales. Estos medios reproducen la imagen, muchas veces desprovista de su contexto material.
Exposiciones emblemáticas como The Family of Man (1955), curada por Edward Steichen, siguieron esta lógica al presentar ampliaciones modernas hechas a partir de copias o negativos originales – tratándolas como equivalentes a la intención autoral del fotógrafo. En Portugal, ejemplos similares incluyen Manual do Cidadão (1998), organizada por el Centro Português de Fotografia, centrada en la obra de Aurélio da Paz dos Reis, y Um Homem tem Duas Sombras, curada por Luís Pavão y Nuno Faria (2014), sobre Carlos Relvas. Ambas fueron reseñadas por el periodista portugués Alexandre Pomar, quien criticó la falta de atención a las copias originales – los verdaderos productos físicos del trabajo fotográfico – y el uso de impresiones desde negativos como si reflejaran la intención original del autor. Pomar describió este enfoque como una forma de “engaño curatorial”.
Esta tendencia afecta especialmente a las colecciones de negativos. Rara vez se exponen o analizan desde una perspectiva material, y muchas veces se consideran incompletos o en necesidad de “traducción”. Sin embargo, están llenos de información: marcas de lápiz, tintes rojos, capas de barniz, huellas dactilares, inscripciones y señales de manipulación. Estas marcas no deben pasarse por alto ni considerarse errores: son vestigios visibles del trabajo de estudio, de elecciones y revisiones, de la historia e incluso de la estética de su tiempo. En algunos casos, revelan más sobre el proceso fotográfico que la copia final.

Hacia una Lectura Material de la Fotografía
Al comenzar el siglo XXI, surgió un renovado interés por la materialidad fotográfica, especialmente entre conservadores e historiadores de la fotografía. Historias generales como Photography (2014) de Tom Ang y Fotomontage (2008) de Jacob Bañuelos Capistrán reflejan este cambio, al igual que varias exposiciones que buscaban reafirmar el valor del objeto fotográfico original o “vintage” – entre ellas, ¡Eyes Wide Open! 100 Years of Leica Photography (2014), curada por Hans-Michael Koetzle, y Los Impresionistas y la Fotografía (2019), curada por Paloma Alarcó.
Un intento particularmente notable de poner en primer plano al negativo como objeto fue la exposición Celebrating the Negative (2010), de John Loengard. En lugar de exhibir directamente negativos, presentaba copias positivas de personas sosteniendo los negativos en sus manos, recordando sutilmente al espectador que la imagen fotográfica tiene un origen físico y táctil.
Mostrar negativos como artefactos principales – en mesas iluminadas, junto a las copias, o como objetos independientes – contribuye a su reconocimiento cultural e institucional. Esta práctica es más común en exposiciones técnicas o históricas, pero sigue siendo rara en muestras dedicadas a un solo fotógrafo, incluso cuando los negativos son el único material que se conserva.
El historiador de la fotografía António Sena, reconociendo el inmenso valor de los negativos, también ha criticado la tendencia a exponer copias modernas hechas desde negativos sin una adecuada atribución o análisis. Señala que estas prácticas, muchas veces carentes de investigación rigurosa, pueden distorsionar nuestra comprensión del trabajo e intención del fotógrafo.
Reivindicar el Negativo: Una Aproximación Basada en Estudio de Caso

La investigación – en el marco de un doctorado en conservación – adopta una metodología centrada en el objeto, observando los negativos en mano, bajo diferentes luces y dentro de su contexto archivístico. Se abordan no solo las técnicas de retoque, sino también su relación con las prácticas de estudio, las convenciones sociales y la cultura visual de la época. Los hallazgos se basan en el análisis de seis colecciones fotográficas procedentes de distintas regiones y contextos institucionales en Portugal, todas fechadas entre principios y mediados del siglo XX:
Fotografia Alvão (Centro Português de Fotografia – CPF, Porto)
Un estudio reconocido a nivel nacional, activo desde principios del siglo XX, conocido por sus retratos y encargos oficiales. Los negativos seleccionados reflejan la evolución de las convenciones estéticas y las prácticas de retoque a lo largo del tiempo.
Foto-Carvalho (Estúdios Correia, Estremoz)
Un estudio en una pequeña ciudad con una producción continua. Muchos negativos revelan un amplio retoque manual con lápiz y tintes. La persistencia del uso de la placa de vidrio hasta la década de 1950 y la participación de una retocadora hacen que esta colección sea especialmente significativa. Se pudieron rastrear algunas impresiones originales para su comparación.
Foto-Estefânia (Lupa – Luís Pavão Lda., Lisbon)
Una pequeña colección de estudio de 71 negativos (18×24 cm), acompañada de herramientas de retoque supervivientes y testimonios orales del último propietario del estudio. Los materiales permiten una reconstrucción excepcional del entorno técnico y el flujo de trabajo de un estudio de barrio de Lisboa.
Coleção de Negativos e Provas (coleción NEG, Arquivo Fotográfico da Câmara Municipal de Lisboa – AFCML, Lisbon)
Un archivo municipal heterogéneo con más de 4000 negativos de diversa procedencia. La colección fue digitalizada y ofrece información sobre estrategias de conservación y acceso público.
Retratos de celebridades – Aurélio da Paz dos Reis (CPF, Porto)
Una colección de retratos estereoscópicos de un fotógrafo aficionado y figura pública. Los negativos presentan sutiles retoques "tridimensionales" aplicados a retratos de personalidades públicas, lo que demuestra una sofisticación técnica inesperada y difumina la línea entre la práctica amateur y la profesional.
Colecciones de Antropología y Zoología (Museu de História Natural e Ciência da Universidade do Porto – MHNC-UP, Porto)
Negativos creados en un contexto científico con fines de docencia y de documentación. Se emplearon retoques para mejorar la legibilidad, aclarar los contornos y prepararlos para su publicación, lo que revela que, incluso en el ámbito de la objetividad científica, las imágenes se construyeron activamente.
The Exhibition “Memória Recapturada”: Making the Negative Visible
Como parte de esta investigación, se organizó la exposición Memória Recapturada para destacar una de las colecciones estudiadas: el archivo Foto-Carvalho. La exposición tuvo como objetivo recrear aspectos del trabajo de estudio y destacar el papel del negativo en la creación de imágenes. Se presentaron ampliaciones modernas e impresiones originales, accesorios de estudio (incluido un telón de fondo pintado de principios del siglo XX y una cámara) y, fundamentalmente, una mesa de retoque (réplica moderna) equipada con iluminación artificial. Las vitrinas mostraron herramientas de retoque y otros equipos de estudio, junto con manuales técnicos y objetos utilizados para la puesta en escena de los retratos de estudio.
Este esfuerzo por “mostrar lo invisible” en un contexto museológico no fue simplemente un ejercicio nostálgico. Respondía a una necesidad más amplia – tanto en conservación como en historia pública – de tratar los archivos fotográficos, y especialmente los de negativos, como algo más que depósitos de imágenes latentes. Son rastros de intención, de trabajo y de tiempo.
Más Allá de la Técnica: El Retoque como Práctica Cultural
Una de las tesis recurrentes de esta investigación es que el retoque no debe reducirse a una corrección técnica. Es un acto cultural, modelado por preferencias estéticas, expectativas sociales y condiciones comerciales. El negativo retocado es testimonio de una imagen negociada: un espacio donde la vanidad se encuentra con la convención, y donde los roles de fotógrafo, retocador y cliente se entrelazan.

El retrato, en particular, se destaca como un género en el que el retoque era esperado y perfeccionado. Se suavizaban rostros, se borraban imperfecciones, se estrechaban cinturas, se ajustaba un pañuelo. Estas intervenciones respondían no solo a modas estéticas, sino también a expectativas de género y lógicas de mercado. En muchos casos, eran ejecutadas por mujeres trabajadoras de estudio – retocadoras cuyo trabajo, como los negativos, quedó mayormente invisibilizado.
Incluso en la fotografía científica, el retoque estaba presente. En las colecciones de antropología y zoología se observaron ajustes manuales para destacar estructuras anatómicas, corregir exposiciones o mejorar la nitidez. No eran intentos de engaño, sino formas de hacer visible la información. Aun así, nos recuerdan que ninguna imagen fotográfica – ni siquiera la de intención “objetiva” – está libre de construcción.
Pensamientos Finales: Mirar de Nuevo
Estudiar negativos fotográficos es mirar aquello que suele estar oculto – material e históricamente. Es también desafiar jerarquías tradicionales entre imagen y objeto, intención y ejecución, visibilidad y ausencia. Esta serie de textos busca asumir ese desafío, proponiendo una mirada detallada a seis colecciones donde el negativo no es un medio, sino un registro del propio proceso fotográfico.
Como recuerda José Orraca – pionero en la conservación fotográfica (1938–2009) – mirar no es un acto pasivo. Es un método – y, en conservación, una responsabilidad. Mirar un negativo es leer lo que otros dejaron: rastros de luz, sí, pero también de contacto.
“To understand all aspects of the work of art you need to do more than read, you need to see. Studying one albumen print, or even ten, does not tell you everything you need to know. At every opportunity my intention was to observe and to discern by the simple act of seeing.” (José Orraca)
Próximamente: Foto-Carvalho: Retrato, Retocadora e Identidad Local