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Recuerdos e Historias

Colecciones Retocadas – Foto-Estefânia: Retoque, Fotografía de Barrio y el Glamour del Cine

  • ccconservacao
  • 21 jul
  • 8 Min. de lectura

Entre los muchos gestos invisibles de la fotografía de estudio, el retoque ocupa un lugar particular: fue una práctica habitual, poco documentada y raramente valorada. El tercer texto de la serie “Colecciones retocadas” está dedicado al estudio Foto-Estefânia, un pequeño estudio de barrio lisboeta de la primera mitad del siglo XX, cuya colección – hoy bajo la custodia de LUPA – permite observar un giro importante en la estética del retrato.


A lo largo del análisis de varias colecciones de negativos, fue en Foto-Estefânia donde se hizo más evidente la transición hacia un nuevo lenguaje visual. La presencia sistemática de retoques en la línea del tabique nasal – ausentes en retratos anteriores – revela el intento de simular una iluminación descendente artificial típica del cine de la época. Este detalle técnico, repetido e intencionado, indica algo más que una corrección: muestra que la luz y la pose ya seguían modelos del retrato cinematográfico.


A partir de la década de 1920, el cine se impone como referencia estética y modelo visual dominante. El retrato de estudio, incluso en los barrios, se adapta a esa estética: poses anguladas, iluminación compuesta, fondos difuminados, puesta en escena sutil. El retrato deja de inspirarse en la pintura decimonónica y pasa a mirar hacia la propia fotografía y hacia los rostros de las estrellas de Hollywood.


En el texto se explora también la relación entre esta estética moderna y ejemplos documentados, particularmente en los retratos de artistas realizados por el fotógrafo Silva Nogueira y en el trabajo de George Hurrell, figura clave del glamour cinematográfico cuya influencia se extendió internacionalmente a la fotografía comercial.


La colección Foto-Estefânia puede ser modesta en número, pero contiene una clave esencial para comprender cómo cambia el gusto – y cómo el retoque acompaña ese cambio. Es en el detalle técnico donde se revela un giro cultural.

 

Detalle del retrato de una pianista apoyada en el piano, con retoques de pintura en el cuello.
Detalle del retrato de una pianista apoyada en el piano, con retoques de pintura en el cuello.

La imagen cambia: luz, gusto y modernidad

La colección Foto-Estefânia está compuesta por 71 negativos en placa de vidrio de gelatina y sales de plata (18×24 cm), procedentes de un antiguo estudio de barrio en la zona de Estefânia, en Lisboa. Actualmente está bajo la custodia de la empresa LUPA – Luís Pavão Lda. El conjunto llegó acompañado de un pupitre de retoque (mesa de luz), otros materiales técnicos y testimonios del último propietario.


En esta colección se hace particularmente evidente una transformación que, si bien está presente en otras, aquí se reconoce con claridad: la influencia del cine y de la fotografía moderna en la construcción de la imagen. El retoque en la línea del tabique nasal – gesto ausente en retratos anteriores – permite identificar el intento de simular la iluminación artificial descendente utilizada en los retratos de Hollywood.


Este detalle, considerado aislado, puede parecer insignificante. Pero fue precisamente mediante el estudio del conjunto de las colecciones, y la repetición de este gesto en Foto-Estefânia, que se pudo establecer una correspondencia entre el retoque y la evolución de la estética visual. El gusto cambia. Y con él cambian también los gestos técnicos, los ideales de belleza y la forma de representar el rostro. El cine – y la propia fotografía – se convierten en referencias visuales de sí mismas.


Retrato comercial y continuidad de gestos

Los negativos de la Foto-Estefânia presentan, en gran proporción, retratos de busto o medio cuerpo. El fondo es neutro, con gradación tonal o viñeteado. La iluminación es lateral, con modelado suave del rostro. Las composiciones son sencillas, con atención a la nitidez y al equilibrio visual.


Este tipo de retrato corresponde a una producción comercial orientada por criterios de eficacia y repetición. Las imágenes estaban destinadas a copias fotográficas en papel, frecuentemente utilizadas en contextos familiares o formales. La calidad técnica de los negativos, el uso sistemático del retoque y la organización del trabajo indican una práctica consolidada.


A pesar de la aparente simplicidad, los retratos revelan continuidades técnicas y, al mismo tiempo, señales de cambio: en los gestos aplicados al negativo, en los efectos buscados y en la adaptación a nuevos ideales visuales.



Gesto técnico: materiales y métodos

El análisis de los negativos reveló la presencia sistemática de retoques manuales realizados con diferentes materiales y técnicas. Se identificaron, basándose en las marcas dejadas en los negativos, en los materiales y utensilios conservados y en los testimonios orales del último propietario, los siguientes procedimientos:


  • Aplicación de un barniz que servía de base para el retoque con grafito. A diferencia de lo más común, en lugar de un barniz preparado con resina damar, se conservó una mezcla de aceite de linaza y trementina, que se aplicaba ingeniosamente con un frasco tipo roll-on;


  • Retoque con lápiz de grafito, utilizado en una variedad de patrones: manchas difuminadas, punteados, comas y tramados. Estos patrones crean interferencias visuales, aplicadas en zonas específicas para eliminar arrugas, uniformar y suavizar la piel. El lápiz también se utilizaba de forma más lineal para realzar contornos, enderezar bigotes y corregir cabellos despeinados;


  • Uso de colorantes rojos secos, aplicados con el dedo (a modo de maquillaje), para aclarar zonas como el rostro y las manos, compensando las limitaciones de las emulsiones fotográficas, que traducían el tono rosado de la piel en gamas excesivamente oscuras;


  • Retoque con nueva cocim líquida (un colorante rojo artificial, muy estable a la luz y con alto poder cubriente), aplicado con pincel. Su intensidad y saturación permitían no solo aclarar, sino también, según el grado de dilución, eliminar partes indeseadas de la imagen o aislar una figura en un retrato de grupo para posterior ampliación como retrato individual;


  • Grattage puntual, o raspado de la emulsión con estilete o cuchilla, se utilizaba para crear líneas finas, reducir densidad o ajustar rasgos fisonómicos de acuerdo con los estándares de belleza de la época. Se identificaron correcciones en labios, narices y contornos de mentón y cuello;


  • Uso ocasional de máscaras de cartón, aplicadas para aislar áreas durante la copia. Algunas sugieren la intención de eliminar fondos – a veces para dejarlos en blanco, otras para sustituirlos por fondos alternativos.


El pupitre de retoque conservado es un modelo típico del siglo XIX. Ya sin el vidrio translúcido que sostenía el negativo, presenta una estructura en Z con visera superior, permitiendo la observación con luz trasera y el trabajo bajo iluminación controlada. Esta mesa, junto con los materiales asociados y los testimonios recogidos, constituye una base documental importante para la reconstrucción de los gestos técnicos implicados en el retoque fotográfico en este contexto.



El glamour iluminado: cine y cultura visual

Los negativos del estudio Foto-Estefânia, aunque discretos en escala, testimonian una transformación amplia en los lenguajes del retrato fotográfico a partir de las décadas de 1920 y 1930. Uno de los indicios más claros de ese cambio es la presencia de retoque en la línea del puente de la nariz – con colorante rojo que da como resultado una línea blanca en el positivo – un gesto técnico ausente en las colecciones más antiguas y que simula la incidencia descendente de la luz artificial sobre el centro del rostro. Este efecto no es solo una corrección: es la construcción deliberada de un tipo de iluminación, heredada directamente del cine de la época.



Con el periodo de entreguerras, el cine se afirma como lenguaje visual dominante y pasa a influir directamente en la estética del retrato de estudio. La pose y la luz ya no siguen los cánones de la pintura decimonónica ni los retratos de gabinete. Se desarrolla un nuevo código visual, marcado por rostros moldeados en contraste, poses anguladas o de perfil, miradas dirigidas en diagonal, fondos difuminados, maquillaje intenso y un cuidado particular con la puesta en escena de la figura – tal como en las revistas ilustradas y carteles promocionales de las estrellas del cine.


Esta transformación es visible en prácticas de estudio como las de la Foto-Estefânia, pero también encuentra una expresión más explícita en retratos de figuras públicas de la época. Un ejemplo relevante es el fotógrafo portugués Silva Nogueira (1892–1959), cuya obra incluye retratos de actores y actrices como Luísa Satanela y Brunilde Júdice, ambos claramente inspirados en modelos internacionales:


  • La fotografía de Luísa Satanela reproduce una pose célebre de la artista Josephine Baker, captada por Walery, padre e hijo, de origen polaco activos en París y Londres, conocidos también en Portugal y asociados a la construcción de una imagen exótica y sofisticada;


  • El retrato de Brunilde Júdice evoca la estética de retratos conocidos de Joan Crawford, en particular el realizado por Edward Steichen para Vanity Fair, donde la puesta en escena minimalista y geométrica, la iluminación lateral, el negro que borra el cuerpo y resalta las manos y el rostro, la mirada fija y el peinado ondulado están cuidadosamente coreografiados.


La propia fotografía se convierte en modelo. Ya no es la pintura la que otorga legitimidad estética – es el propio retrato fotográfico, sobre todo el retrato de celebridades, el que pasa a ser la referencia. La imagen se autocita, alimentada por revistas ilustradas, estudios cinematográficos y prácticas comerciales transnacionales.



En el contexto estadounidense, esta estética alcanza su apogeo con la obra de George Hurrell (1904–1992), fotógrafo de Hollywood que creó imágenes icónicas de actores como Joan Crawford, Clark Gable o Greta Garbo. Hurrell utilizaba iluminación artificial dramática con un foco superior montado en un brazo telescópico (boom light), que creaba precisamente la línea de luz a lo largo del puente de la nariz. Hurrell también fue conocido por su meticuloso trabajo de retoque, tanto en el negativo como en la copia, creando rostros esculpidos en luz y sombra, modelando pieles homogéneas casi de cerámica y expresiones cuidadosamente escenificadas. En la era dorada del cine, particularmente en el ideal femenino, la marca visual del glamour cinematográfico era un rostro que transmitía, por encima de todo, la perfección.


Este lenguaje superó el universo de las estrellas. Fue apropiado por estudios comerciales, urbanos y suburbanos, que buscaban emular ese efecto de prestigio, modernidad e idealización. Foto-Estefânia es uno de esos rostros posibles – discreto, anónimo, pero revelador de cómo la cultura visual moderna llegó también a la fotografía de retrato más popular.


Técnica y patrimonio: el valor de un gesto

El estudio de la colección Foto-Estefânia, aunque centrado en un conjunto reducido de negativos, permite observar con claridad la persistencia de gestos técnicos que, en la mayoría de los archivos, permanecen invisibles. La asociación entre imagen, material y testimonio permite documentar y comprender el retoque como una práctica que fue central en la producción fotográfica durante décadas, pero que raramente dejó registro escrito o reconocimiento institucional.


Caixas de negativos, pupitre e outros materiais da coleção Foto-Estefânia
Cajas de negativos, un atril y otros materiales de la colección Foto-Estefânia.

El retoque, como se muestra en este caso, forma parte del proceso fotográfico. No solo como corrección, sino como etapa integrante en la construcción de la imagen final. Las marcas dejadas en los negativos, los instrumentos utilizados, la posición del cuerpo frente a la cámara, la luz elegida y el acabado de la copia son elementos indisociables de una práctica técnica, comercial y cultural que modeló la forma en que los rostros fueron vistos y conservados en la memoria fotográfica del siglo XX.


Agradecimiento

Agradezco a Luís Pavão por el acceso a la colección Foto-Estefânia y a los materiales técnicos conservados por la empresa LUPA – Luís Pavão Lda. Fue él quien, en 2009, me animó a estudiar el tema del retoque, en el contexto de una colaboración inicial que dio lugar al artículo:


Pereira, C. (2010). O retoque do negativo fotográfico – estudo de uma coleção do Arquivo Fotográfico da Câmara Municipal de Lisboa. ECR – Estudos de Conservação e Restauro, 2, 38–57. https://doi.org/10.34618/ecr.2.3153


Por haber compartido su conocimiento técnico, por su disponibilidad y generosidad que fueron fundamentales para el desarrollo de la investigación y para el reconocimiento del retoque como patrimonio fotográfico.


Imagen de la actriz Luísa Satanela, cortesía de Paulo Baptista.


👉 El próximo texto de la serie será una reflexión transversal: «Verdad y vanidad en el retrato de estudio: el retrato como construcción social y la relación cliente-fotógrafo-retocador».

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